sábado, 14 de enero de 2012

Capítulo II - 1ª Temp.

Tres chicos y dos chicas. Ninguno de ellos llega a los treinta. Han nacido y crecido en esta era de involución tecnológica y social donde impera la ley del más fuerte. No hay gobiernos ni leyes, ni tan siquiera ciudades donde vivir. No hay fronteras, países ni regiones. Todo fue arrasado. Y ellos no han conocido otra vida, ni sus padres, ni las muchas generaciones anteriores. Incluso las historias que hablan de un mundo mejor en el pasado comienzan a caer en el olvido. De no ser por las ruinas y los restos ya consumidos de civilizaciones antiguas que encuentran a su paso, creerían que se trataban de meros cuentos para dormir a los más pequeños. Y ellos ya no tienen edad para soñar.
Aquel día rastreaban un animal en medio del bosque. Por las huellas debía de ser grande y podría alimentarles durante varios días. Merecía la pena el esfuerzo. Así que se separaron para abarcar más terreno. Siempre con el viento de cara y sin perderse de vista unos a otros. La coordinación era fundamental. Contaban con arcos y flechas, machetes y otras armas blancas de menor tamaño. Si conseguían acercarse lo suficiente atravesarían el corazón de la bestia con un certero flechazo y esa misma noche celebrarían la captura con todo un festín.
Mike, el mayor de todos ellos, iba rastreando las huellas del animal cuando mandó detenerse al grupo con un gesto de su mano. Tenía la vista fija en el suelo. Los demás no sabían por qué había parado pues no se veía a la presa aún por ningún sitio. Pero Mike sí lo sabía. Las huellas desaparecían inexplicablemente bajo lo que parecía ser una estructura metálica.